Esos días, esas noches, esas madrugadas; que todos conocemos, que todos aprehendemos, que todos sufrimos, que todos gozamos; de las cuales todos hablamos como si supieramos de que se trata, como si supieramos qué es lo que pasa, como si entendiéramos algo de lo que sucede; y llenos de orgullo y falsa humildad hablamos, aullamos, nos lamentamos; pues todos las hemos sufrido, esas noches, esas madrugadas.
Esos días eternos, largos y lánguidos, que parece no acaban, que no acaban...que empiezan demasiado temprano y que terminan demasiado tarde. Nada pasa en esas horas largas y secas, esas horas de vigilia involuntaria nada producen, nada crean, nada nace en ellas...sería mentir, casi blasfemar, decir que se produce o se piensa demasiado, siquiera que se piensa o se hace algo que valga algo. Simplemente se está, sin más, se es en tanto seguimos y hacemos cosas y nos ponemos a lavar los trastos, limpiamos la cama llena de periódicos y revistas de corazón o vemos cien veces una pagina que ya conocemos sobremanera pues nosotros la hicimos dos días atrás y escuchamos mil veces las mismas canciones que ya, a estas horas y por tantas horas, carecen de sentido.
No hacemos nada, no hay ideas sobresalientes ni hechuras realmente importantes, nada que no podríamos pensar o hacer a la mañana siguiente, pero la cosa es que las hacemos a las 4 o 5 de la madrugada, y el día no acaba, no quiere acabar... espera algo de nosotros, algo que no podemos, realmente no podemos hacer ni pensar... no pensamos... sólo estamos y esperamos que amanezca y que con el sol llegue el sueño y que con ese sueño llegue la paz, la inconciencia del sueño, la tranquilidad de no sentir el tedio de esas horas que se extienden como cancer por nuestra alma, que llegue el sueño y que despertemos a medio día y pensemos que ya es tarde para empezar y que lo haremos -eso que tenemos que hacer desde hace muchos meses, muchos años, quizá desde que nacimos- que por fin lo haremos... pero no ahora, será mañana... ahora, en ese preciso momento, en ese medio día no, pues ya es tarde, será mañana cuando el día empieze a media noche... y pasemos las horas de nuevo sin pensar y sin hacer cosas realmente importantes, nada que importe, ni niesztche ni platón, nada importante, ni la triste vulgaridad de querer recuperar a los amigos perdidos, ni terminar con los mediocres amores presentes, ni siquiera eso... y que sólo pensemos en que sería bueno que amaneciera, y que sería bueno que ya estuvieramos cansados y que ya durmieramos para olvidar, para no estar sin sentido, pues nada tiene sentido a las 3 de la madrugada, ni a las 4 ni mucho menos a las 10 de la mañana... si, que ya amanezca, que ya salga el sol y con él el sueño, queremos dormir y no estar en el sinsentido, en la sinrazón, sólo no estar... y dormir por algunas horas y despertar con dolor de cabeza y con dolor de estomago, con hambre de hacer y de comer... y que sólo comamos comida, pues nada haremos ya que es muy tarde para hacer algo...
El mundo no va a nuestro ritmo, nadie nos sigue y mucho menos nos persiguen, cuando ellos duermen nosotros despertamos, o quizá nosotros, tu y yo, nunca estemos dormidos o nunca despiertos... quizá no estamos, nunca hemos estado y nunca estaremos, ni somos ahora ni seremos mañana o pasado...nuestro ritmo es otro, un ritmo que se pierde entre el ser y el estar, y ante esa dialéctica inmensa, grotescamente inmensa, nos desmoronamos ante el peso de una existencia que parece no existir... nuestra existencia ahora es otra, estamos en otro lado, pero aquí no, ni en el departamento en Coyoacán ni en Oaxaca, ni en la fac, ni en mi cabeza y mucho menos en la tuya, estamos arrítmicos del universo...y ese ritmo -el nuestro- nos lleva a la nada... a la nada de ser y de no ser, de estar y no estar...
Ese ritmo de la nada, de esa maldita que nos invade a la media noche y nos pone a lavar platos, retretes, sartenes y el vomito de las escaleras que se pego de la última vez que tomamos sin razón, que olvidamos sin razón, que estuvimos con ellos sin razón...esa nada, ese tedio, nos pone a lavar nuestras conciencias y nuestras escaleras con la gracia y pureza del sinsentido de nuestros sentires estériles... pues no tenemos nada, no hay motivos, fines, principios, ideales, ganas... no hay nada... la media noche nos despierta por cinco o nueve horas y parece lindo pensar que cuando salga el sol haremos cosas y pensaremos cosas y seremos alguien... pero nada de eso es cierto, porque lo único que pasará cuando salga el sol será que dormiremos y despertaremos horas después... y será medio día y será muy tarde para hacer algo con nosotros, con el mundo, con todo... esperaremos al siguiente día... a la siguiente media noche para que con esperanza nos ponga a lavar el retrete y los platos a las 3 o 4 de la madrugada...
Ella siempre nos pone a hacer cosas... a las 3 o 4 de la madrugada... y nosotros esperamos a que salga el sol y con él el sueño que nos aleje de la sinrazón de nuestra existencia...