lunes, 27 de diciembre de 2010

Sólo unos días.

Sólo unos días… y todo cambia, sólo unos días y todas las teorías sobre la vida y la muerte se derrumban, sólo unos días y una mirada y los odios y rencores se van, huyen de mi, y parecen malos augurios de un pasado que se ha vuelto olvido, pero quién sabe si lo hacen de ti.

Sólo unos días y te vuelves eterno y ligero, y estás y nada más importa. Sólo unos días y te vas, te quedas, y vuelves.

Sólo unos días más y, así será, seremos el sueño de dos adolescentes que quisieron jugar al amor.

Sueños de una vida, de una vida juntos que entre copas de vino y charlas a destiempo se hacen eternos. ¡Pero vida! ¡Qué hemos hecho! A destiempo los odios ya no son odios y tampoco el amor puede ser amor. Sólo unos días, y estuvimos siendo uno.

Sólo unos días y, así será, nos volveremos extrañas personas que nada sabrán de ese pasado que ahora y ayer adornamos con tanto esmero, que ahora y ayer fue tan eterno como nuestro amor. Sólo unos días y nos consumimos en en ese sueño llamado amor.

Sólo unos días y seremos el sueño de dos adolescentes que jugaron al amor.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Ideas “oscuras”.

Quizá sea bueno empezar de nuevo.

No una nueva oportunidad sino la posibilidad de seguir. ¿Ser positivo? Necedades humanas, sólo quiero despertar y seguir, sin dramas, que no tragedias, sin mediocres sentimientos, sin pedestres personas… Hasta en el dolor hay que ser magnánimos.

¡Mediocridades! Eso parece todo de pronto… Seguir. Alejado del mundo, tan cerca a veces, tan harto y tan hastiado, pero de pronto tan hambriento. De pronto río pensando en mis pensamientos, me escucho, me leo y sonrío y me digo para mi “algún día, en otros tiempos leerás esto y no significará nada” … Lo vomitivo de la existencia humana, lo que es importante un día al otro parece la mayor tontería…

Pensando en eso me siento ligero, pero vuelvo, de pronto, como siempre, a la pesadez de las grandes ideas. Y Dios y la Humanidad me parecen absurdos y mi Dios me condena y la Humanidad me castiga. Y siento el castigo eterno en mi sangre y Dios se vuelve un ser perverso que nada tiene que ver con mi Dios de niño. Eternizado yo, mi peso me desborda, me aplasta.

¿Posibilidad de seguir? Suficiente es para mi ahora. Que mi Dios me ayude. Y que lo eterno me deje en paz por unos años. Unos amaneceres más y por Dios, lo prometo, seré uno con lo eterno. Pero ahora mismo, el seguir ligero me llama. Ligero seguiré los pasos de los hombres sabios. Mi tragedia será la tragedia de los hombres, el insoportable destino me cogerá sólo al final. No antes.

Ligero, por hoy y mañana, me escaparé de lo Eterno, del Destino y de Dios.

Pero lo sé, pronto, en la última de mis noches, los cuatro nos reuniremos como en un principio y seremos juntos uno,  y en ese ahora y siempre lo pesado por fin será ligero. Y descansaré la cabeza y seré Yo.

Como antes de ser Yo.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Imposible saber.

¿Cómo me siento? ¿Qué quiero? ¿Qué espero?

Como cierto personaje subterráneo veo  en cualquier acción por  muy insignificante que sea la posibilidad de cambiar radicalmente mi vida. Cualquier nueva persona, cualquier nueva palabra, parece ser el detonante perfecto para ser otro y dejar de ser yo como hasta este, ese, momento he sido.

Más que sentir quiero sentir. Que no es la misma cosa. Ser feliz no es lo mismo que querer ser feliz y una cosa no tiene relación real con la otra. Quiero sentir. Algo, cualquier cosa. Desgarrado el pecho o suavidad en las ideas.

Más que querer, quiero querer. Quiero tablas, circunstancias que cambien mi circunstancia. Quiero eso, lo que sea, pero querer algo. Querer querer. Querer algo, lo que sea.

Espero. Espero esa circunstancias.

Esas donde pueda sentir, querer, esperar. Sólo las circunstancias, sólo que los fenómenos se conjuguen para que todo inicie. Que las estrellas se acomoden y los signos se presenten y empezar a vivir. No soy yo y mis circunstancias. No soy yo. No.

Como ese “infame” personaje subterráneo espero pasivamente a que todo cambie.

Iluso.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Una tabla.

Todo mundo, cualquier persona, por más grandiosa o miserable que sea necesita de una tabla de salvación.

La soledad es “cabrona” y “algo” debemos hacer o tener para sobre llevarla. Realmente nunca sanamos de esa soledad primera, podemos tener 3 o 4 amigos, de los mejores, los mejores, tener una familia unida, hermosa, comunicativa y feliz y aún así sentirnos de lo más solos. Una tabla ¡Por Dios!

Unos se agarran del amor, de la costumbre y así pueden continuar con su vida, ya de viejos están demasiado cansados para seguir sosteniéndose y se derrumban, se hunden y su propia soledad, ¡benditos ancianos! que final el suyo. Otros prefieren el odio y el rencor como tabla, muchos más se sostienen de su propia mezquindad, otros, los más de su ignorancia.

¿Cómo puedes sentirte solo sino sabes que es la soledad? Así sucede con algunos, aunque en cierto día, sienten una tristeza enorme en el pecho, se sienten perdidos y diminutos, ausentes en su propia vida, olvidados en su propia historia. Así se siente y toman una pistola y solucionan el problema. O se embriagan o se drogan o se van a trabajar.

Todos tienen tablas, yo quisiera una nueva. Sólo para medio seguir, o no sé. Quizá para seguir bien. La única que se me ocurre ahora resulto perjudicial y casi me lleva a un estado de enfermedad crónica, no me refiero a la ya sabida depresión, sino a enfermedades de tipo más corriente pero que se sucedieron tan en seguida que pareció solo una “gran enfermedad”.

¡Esa tabla! sería mi tabla de salvación y podría medio seguir, aunque podría costarnos la vida a ambos, ¡qué final tan dramático! pero así debe ser… podría ser así; no sé, es un precio alto por cobrar y aún mi mezquindad no es tanta, el ser mi tabla significaría su muerte, lágrimas, llanto, sangre…!

No sé, algunos se aferran del amor otros del odio, yo me podría aferrar de mi necesidad. Aunque me resulte perjudicial. Es irónico, sin tabla seguiré en este camino depresivo, con tabla iré por el mismo camino. ¿Cual carajo es la  ventaja entonces?

Sólo, y eso parece, mitigar un poco esos despertares difíciles, esa tristeza constante, soledad… Debo perdonar primero, a mi, según parece me culpo de muchas cosas… Recuerdo un día cierto personaje en mi vida me dijo al leerme la mano “tu línea de la vida no es muy larga, tú sólo viniste a pagar culpas” Ahora tiene sentido todo.

Aferrarme a algo, cualquier cosa, pues la vacuidad es la constante en mis días ahora. Me deshago, me desmorono, me pierdo … transparente, ligero, como humo de cigarro fumado por cualquier Dios… Me pierdo y necesito una tabla para seguir, agarrarme con uñas y todo lo que me hace humano a algo. Seguir.

Una tabla y aferrarme.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Infausto.

 

Qué desgracia es la existencia sin consecuencia. Sin otra cosa, sin un final que no sea final.

Aunque en verdad no me preocupa en demasía. Ni me ocupa. Mi paso por estos tiempos será corto, nada que no haya pasado me pasará, nada que no se haya pensado pensaré. Una repetición de tiempos pasados y futuros. Una circunstancia.

Una coincidencia de tiempo y espacio. Caprichosa pero no única. Sin sentido ni razón, sin orden, desfundada… Un simple soplo del destino.

No me preocupa, ya estuve por estas tierras y volveré a estar. No es importante.

Pero eso no quita el sentido de desgracia, la trágica realidad del olvido, del supuesto y de lo impuesto.

No pasará nada, sólo es un paseo matinal por las playas del tiempo. Mañana seré otro en otro tiempo, hoy moriré. Y nunca más seré Yo el mismo, pero seré en otras cosas, en otros tiempos, en otros espacios.

No me preocupa, pero no arranco de mi boca ese amargo e infausto sabor a eternidad.