Qué desgracia es la existencia sin consecuencia. Sin otra cosa, sin un final que no sea final.
Aunque en verdad no me preocupa en demasía. Ni me ocupa. Mi paso por estos tiempos será corto, nada que no haya pasado me pasará, nada que no se haya pensado pensaré. Una repetición de tiempos pasados y futuros. Una circunstancia.
Una coincidencia de tiempo y espacio. Caprichosa pero no única. Sin sentido ni razón, sin orden, desfundada… Un simple soplo del destino.
No me preocupa, ya estuve por estas tierras y volveré a estar. No es importante.
Pero eso no quita el sentido de desgracia, la trágica realidad del olvido, del supuesto y de lo impuesto.
No pasará nada, sólo es un paseo matinal por las playas del tiempo. Mañana seré otro en otro tiempo, hoy moriré. Y nunca más seré Yo el mismo, pero seré en otras cosas, en otros tiempos, en otros espacios.
No me preocupa, pero no arranco de mi boca ese amargo e infausto sabor a eternidad.