lunes, 22 de junio de 2009

A propósito de lo dicho antes…

— Eres un necio al pensar que me podrías tener…

— Necio eres si piensas que no te tuve…

No pocos me comentaban que mi idea de que la mentira es cambio peca mucho de ingenua, y que de hecho, podría ser una falacia. Unos más radicales fueron tajantes y señalaron diciendo “mientes”.

¿Acaso la mentira no es una idea que intenta cambiar la realidad, que intenta modificar lo que existe? Y no en términos reales sino modificar, y es ahí donde viene lo importante de la mentira,  la apariencia de la realidad. Es entonces que la mentira no es otra cosa que una pretensión del sujeto que miente para que la realidad que perciba su interlocutor sea cambiada o modificada; para que la realidad sea otra, mute, cambie, por lo menos en apariencia.

La mentira y su relación con el devenir de las cosas, se refiere y lo he comentado en la entrada anterior, a un intento del hombre por modificar la apariencia de la realidad, de una realidad que por cambiante no queremos. Negamos a la realidad al mentirnos. Nietzsche decía respecto que la mentira más común es con la cual nos tratamos de engañar a nosotros mismos, si esto es verdad y nos mentimos con tanta soltura, quiere decir que la realidad o ya ni eso, que la imagen que de la realidad tenemos no es de nuestro agrado y tratamos de modificarla con otra “ilusión” más acorde a nuestros insanos gustos.

Y la realidad  se pierde entre mentiras y más mentiras. Imposible de soportar el cambio y siquiera de notar la realidad como realmente es, optamos por modificar nuestra pequeña visión de la vida y nos mentimos más. Negamos dos veces la realidad. Una quizá sin mala intención, la otra con la plena intención de modificar la “apariencia” de lo que existe.

La mentira, como quise expresarlo no se refiere y encierra sola y necesariamente en el devenir del tiempo, sino incluyéndolo y abarcando los “cambios” o “devenires” de nuestras percepciones, contextos, ilusiones y sentimientos, es decir, abarcando el “devenir” de todo lo humano en el humano.

Si pensamos en los “devenires” humanos no es más que sensato pensar que nuestro intento de modificar nuestra percepción de la realidad, tanto de como nos vemos nosotros mismos y como vemos a  la  realidad sino también como los otros nos ven y ven a la realidad, no es otra cosa que mentirnos y mentirle a los otros.

La mentira la usamos para cegar. Pero si somos ciegos, ¿dónde queda la mentira?

La mentira y el “cambio” o "devenir” del espíritu humano nos obliga a pensar en hacia dónde vamos como conciencia universal, nos obliga a cuestionar el camino que estamos trazando y nos obliga a abrir los ojos y ver y regocijarnos con la verdad.

Habrá que ver.

martes, 2 de junio de 2009

Yo Solo. Sólo te mentiré hoy…

…pero me dijiste que todo era verdad.

Mentí.

Y todo se vuelve mentira. El amor prometido en viejas palabras se desvanece con el olvido, la juventud de los hombres desaparece en su memoria, la vida troca en muerte, todo,  la mentira constante, de cada día, eterna.

Pues lo que ayer fue verdad ahora es mentira. Y lo que hoy es una falacia mañana te golpea como verdad, el tiempo no pasa en vano y el cambio no es otra cosa que un pariente cercano de la mentira, ¡peor! El cambio es mentira.

A saber de lo dicho, la mentira es cambio, pues palabras dichas ayer ahora ya mudas ceden a nuevas verdades, que no las primeras y que no necesariamente parecidas; la mentira  o el cambio niegan conocimiento, niegan compromisos, niegan amores y odios… El tiempo es padre del cambio. La razón humana es madre de las mentiras.

Padres desventurados. Eternos y crueles. La razón se ayuda de la memoria, y aquello que recordamos de ayer nos hace negar lo que ahora es… Sino recordáramos no habría mentiras, pues todo lo visto sería nuevo y hermoso, verídico y real, nada de ilusiones anteriores, nada de prejuicios y conocimientos anteriores. La juventud sería eterna.

La mentira es devenir. Ayer no fui lo que soy ahora y decir que yo fui ayer sería mentir, ayer fui otro y mañana seré otro, nunca más el mismo, siempre distinto, Mi cuerpo quizá parecido pero no el mismo. Mi razón me hace mentir. No he sido yo siempre, he sido otros, ha sido otro, y yo no moriré morirá otro… Moriré esta noche, y ¡Oh, maldita memoria! Recordaré que fui otro, quizá mejor, y que ya nunca seré ese que ya no es.

La mentira no es sino una idea, un juicio que le hacemos al devenir del universo, es nuestra negación al cambio. El cambio no es mentira, es constante, terrible…La mentira es sólo nuestra miserable mano queriendo rasguñar  lo eterno.