— …pero me dijiste que todo era verdad.
— Mentí.
Y todo se vuelve mentira. El amor prometido en viejas palabras se desvanece con el olvido, la juventud de los hombres desaparece en su memoria, la vida troca en muerte, todo, la mentira constante, de cada día, eterna.
Pues lo que ayer fue verdad ahora es mentira. Y lo que hoy es una falacia mañana te golpea como verdad, el tiempo no pasa en vano y el cambio no es otra cosa que un pariente cercano de la mentira, ¡peor! El cambio es mentira.
A saber de lo dicho, la mentira es cambio, pues palabras dichas ayer ahora ya mudas ceden a nuevas verdades, que no las primeras y que no necesariamente parecidas; la mentira o el cambio niegan conocimiento, niegan compromisos, niegan amores y odios… El tiempo es padre del cambio. La razón humana es madre de las mentiras.
Padres desventurados. Eternos y crueles. La razón se ayuda de la memoria, y aquello que recordamos de ayer nos hace negar lo que ahora es… Sino recordáramos no habría mentiras, pues todo lo visto sería nuevo y hermoso, verídico y real, nada de ilusiones anteriores, nada de prejuicios y conocimientos anteriores. La juventud sería eterna.
La mentira es devenir. Ayer no fui lo que soy ahora y decir que yo fui ayer sería mentir, ayer fui otro y mañana seré otro, nunca más el mismo, siempre distinto, Mi cuerpo quizá parecido pero no el mismo. Mi razón me hace mentir. No he sido yo siempre, he sido otros, ha sido otro, y yo no moriré morirá otro… Moriré esta noche, y ¡Oh, maldita memoria! Recordaré que fui otro, quizá mejor, y que ya nunca seré ese que ya no es.
La mentira no es sino una idea, un juicio que le hacemos al devenir del universo, es nuestra negación al cambio. El cambio no es mentira, es constante, terrible…La mentira es sólo nuestra miserable mano queriendo rasguñar lo eterno.
1 comentario:
Más allá de la verdad, la mentira, o de lo que pueda ser o no ser en un interminable desfile de disfraces semióticos, bendita sea la palabra. Gracias por expresarte.
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