martes, 22 de diciembre de 2009

Camino.

Camino de muerte.

Un camino solitario, ¿quién quisiera acompañarme? ¿quién podría? Una solitaria sombra camina allí, siempre lo ha hecho, esperando y esperando compañía.

Seré yo ese diáfano compañero, o seré yo aquella solitaria sombre… será mi madre antes qué yo o seré yo antes que todos. Lo eterno se vuelve poco cuando estás a las puertas de la eternidad. La vida se vuelve un suspiro cuando estás en los brazos de la muerte. El camino es solitario.

El piso que piso es de cabezas humanas, ciegas, sordas, mudas. Lo eterno ha de ser así, sin conciencia de su misma inmensidad, ciego, sordo y mudo. Sigo pisando y ninguna se queja. Sigo y espero aún que alguien me siga.

Es un camino muy solo, este camino donde la muerte es guía y destino es inmenso, es enorme y es tan corto.

Mis pies desaparecen, mi cabeza se pierde; no camino, me deslizo; no existo, me desvanezco.

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