Ese día ya no lo recuerdo bien.
Recuerdo la carretera, los coches rebasándonos, nosotros rebasando, imágenes borrosas a los lados. Recuerde el lugar, y su rostro. Recuerdo sus preguntas. Recuerdo mi ida y mi regreso a ese cubo con pared de cristal. Olvido su nombre.
E imagino mis respuestas. Imagino mi andar y mi regreso, imagino los rostros de todos los presentes.
Recuerdo un sobre, recuerdo sus ojos.
Recuerdo una sentencia y recuerdo la condena. ¡Maldita sea! ¡Está jodido!
De pronto todo era negro, inmenso y tan tranquilo. Me vi solo y el tiempo se alargaba y se volvía tan corto. Me volví uno en ese momento y fui el niño de 5 años y fui el de 11. La angustia de todos mis años se reflejaron en mis ojos. Recuerdo sus ojos. Recuerdo su falsa comprensión, y sus ya tantas veces escuchadas palabras.
Y todo se vuelve difuso.
De pronto perdí a todos, y me perdí de todos, de pronto ya no estaba ahí… Recuerdo la soledad de ese día y recuerdo la muerte de todos los futuros. Recuerdo mi mejor cara y mis mejores deseos. No olvido esas mentiras.
Salí, salimos caminando por ese largo pasillo verde. Me temblaba el alma pero el cuerpo moribundo aparentaba falsa fortaleza. Está hecho, pensé. Creo dije algo pero no estoy seguro. No recuerdo. Ahora mismo quiero salir corriendo y salir de mi vida, alejarme de mis ojos y de mi muerte. No recuerdo que hice.
Ya no recuerdo bien ese día, pero no lo he olvidado. La angustia la tengo como alfileres en el alma, en el pecho. Tengo ese día guardado, y siempre sale por las noches. Es el día eterno, el día de todas las noches.
Olvido ciertas cosas, pero esa terrible humanidad de ser, es imposible sacarla de mi mente.
Ese día ya no lo recuerdo bien. Pero lo que recuerdo me hace insoportable la vida.
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