Dedos cansados que no saben que escribir, ideas remotas que se niegan a venir.
La noche lo permite, la añoranza está en los cielos, la tristeza en la tierra y la amargura en la lluvia. Sobra que no estés, sobra tu ausencia, me sobran las lagrimas que caen de mis ojos. Esta noche es el exceso de las sobras. De todas las sobras.
La noche lo permite. En tanta soledad, en tanta necesidad de no estar solo, con tanta humanidad infausta es que mis carencias más terribles se vuelven los titanes de mi desgracia.
Y volteo a los cielos esperando ver en sus nubes oscuras un reflejo, un suspiro de imagen que me muestre esa vida, esos tiempos que nunca fueron, que no son y nunca serán. Desgraciado me lleno el rostro con esa tristeza convertida en agua. El cielo se desangra en mi tristeza.
Líneas amargas, tristes, insanas… pero ciertas y contundentes. Nada hay en mi horizonte que no sea esa amargura en la lluvia, no hay nada bajo mis ojos que no sea esa tristeza en la tierra y no hay nada arriba de mi cabeza que no sea añoranza en mi cielo.
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