jueves, 19 de agosto de 2010

Silencio obligado.

Mi lengua enferma arde en su silencio.

Ni las palabras son buenas ya en estos tiempos. Ni las palabras salen en estos tiempos. Esconderme quiero, que nadie vea ya mi lengua silenciada. Qué podría yo querer hacer con los humanos si no puedo destrozarlos con sus ínfimas esperanzas. De qué sirve tanto cavilar, de qué sirve tanto argumentar si de mi boca nada podrá salir.

El día que deba guardar silencio, ese día me mato.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Día.

 

Quiero comenzar de nuevo cada día.

Quiero tener la suficiente fuerza para despertar del letargo de este “hundimiento profundo” del cual soy presa. Cada mañana quiero comenzar de nuevo. Simplemente salir, ver la creación, la obra del hombre, indignarme, enojarme, algo. Nada.

Y no puedo, los ojos se cierran ayudados con el peso del desinterés. Quiero y no quiero. Cada mañana quiero iniciar mi vida, comenzar de cero, ser alguien nuevo… Cada mañana recuerdo que no hay nada que iniciar, que nada nuevo hay bajo el sol. Y me encierro, y despierto ya sin voluntad, con la firme esperanza de que ligero se termine el día. Dormir de nuevo.

Lo escribo, lo revivo. Y mañana será lo mismo, y pasado.

Y ayer pensando, riendo ante cosas sencillas terminé llorando, y ayer la muerte no pareció malvada, y el final no se vio triste.

Pero ayer, regresé al mundo, y pensé en que algo podría cambiar, con tiempo. Un día más, sólo un día más. Sólo por ella.

lunes, 9 de agosto de 2010

Danza.

Una noche eterna. Oscura donde pequeñas sombras y fantasmas danzan una danza no conocida,  no recordada.

Así pasan interminables los días, como noches que no acaban, inacabables sueños que no se sueñan, horas  que no se viven, imágenes que no se ven. Sombras, sólo eso, sombras largas y tenebrosas de una vida que nunca quise, borrosas impresiones de sentimientos que nunca tuve, de sensaciones que nunca obtuve, sombras vagas y terribles.

Noche larga, larga esta noche que no acaba. Fantasmas y pesadillas, todos juntos, sin ton ni son, sin sustos o sorpresas, ni llanto ni espanto, son sombras, retazos de ilusiones, pedazos de sinsabores, es la añoranza, la nostalgia.

Larga noche es esta la de mis últimos días. Sin ton ni son. Largas horas oscuras, semi oscuras, donde pequeñas sombras danzan una danza eterna, no recordada ni conocida, sombras de una vida que no recuerdo, de una muerte que no sostengo, danza eterna que no conozco ni recuerdo, ¿es esa la danza de la vida?