jueves, 19 de agosto de 2010

Silencio obligado.

Mi lengua enferma arde en su silencio.

Ni las palabras son buenas ya en estos tiempos. Ni las palabras salen en estos tiempos. Esconderme quiero, que nadie vea ya mi lengua silenciada. Qué podría yo querer hacer con los humanos si no puedo destrozarlos con sus ínfimas esperanzas. De qué sirve tanto cavilar, de qué sirve tanto argumentar si de mi boca nada podrá salir.

El día que deba guardar silencio, ese día me mato.

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