lunes, 28 de diciembre de 2009

Madre.

Madre permíteme soñar con la Gloria y pedir por los que en tu Gracia y en la de tu Hijo han encontrado su última morada. Por ellos que infaustos se han marchado y en su último suspiro la han querido. Por los muertos que se me olvidan, por los siempre olvidados. Por todos, que muertos seremos olvidados. Por nosotros los condenados.

Porque aquí la desgracia es eterna, la búsqueda, la espera, la falta. En zozobra mis hermanos viven, en la angustia mortal de nuestras vidas contenemos el dolor de nuestra raza. Señora, deja hablarles de la Gloria.

Donde jamás habrá búsqueda y espera, ni falta ni necesidad. Donde con el Padre seremos uno. Completos, al fin.

No buscaremos la paz porque esteremos en paz. Y no pediremos por felicidad porque seremos felices. No lamentaremos la soledad porque nunca estaremos solos, ni la falta de amor porque seremos con el Amor. No lloraremos de tristeza porque las sonrisas serán eternas. No tendremos hambre ni sed, porque Él será nuestro vino y nuestro pan.

Seremos con Dios y en su ciudad eterna estaremos por siempre. Nuestra oración será nuestras rizas, nuestro agradecimiento nuestra felicidad. Porque tan magnánimo Padre tenemos que en su Gloria nuestra felicidad será su propia Gloria.

Lo sabes Madre. Deja contarlo a los desdichados, a los hambrientos y desesperados. Para que sepan que serán alimentados, consolados.

martes, 22 de diciembre de 2009

Camino.

Camino de muerte.

Un camino solitario, ¿quién quisiera acompañarme? ¿quién podría? Una solitaria sombra camina allí, siempre lo ha hecho, esperando y esperando compañía.

Seré yo ese diáfano compañero, o seré yo aquella solitaria sombre… será mi madre antes qué yo o seré yo antes que todos. Lo eterno se vuelve poco cuando estás a las puertas de la eternidad. La vida se vuelve un suspiro cuando estás en los brazos de la muerte. El camino es solitario.

El piso que piso es de cabezas humanas, ciegas, sordas, mudas. Lo eterno ha de ser así, sin conciencia de su misma inmensidad, ciego, sordo y mudo. Sigo pisando y ninguna se queja. Sigo y espero aún que alguien me siga.

Es un camino muy solo, este camino donde la muerte es guía y destino es inmenso, es enorme y es tan corto.

Mis pies desaparecen, mi cabeza se pierde; no camino, me deslizo; no existo, me desvanezco.

lunes, 30 de noviembre de 2009

sombras

Cómo enormes sombras se extiende mi vida, nada nuevo sino el mismo yo, nada distinto sino siempre la misma cara, tranparente y profunda, la misma sonrisa lúgubre de la muerte en las mañanas.

Sombra soy en los oscuros días de los tiempos prestados.

Sombra soy de los hombres pensantes, sombra y nada soy de la conciencia humana.

Sombra triste de lo que era soy.

lunes, 19 de octubre de 2009

Sabor de muerte…

 

Miedo es lo que me invade ahora. Mi garganta se inflama, se llena de malos presagios y oraciones desencontradas. La muerte ha tocado a mi puerta, le he abierto. He jugado con ella desde mi infancia, ahora ella juega conmigo.

La Innegable pasea conmigo mis últimos años, mi cuerpo entero le hace reverencia y fiesta…

Así mis ojos más negros ahora reflejan la profundidad de mi futuro, la negrura de la vida que no existe, del tiempo sin tiempo. Mis cabellos airosos se niegan a caer bajo tierra sin antes orgullosos soltarse al viento. Mis manos rasgan la tierra y siembran y siembran para sembrar vida antes de sembrarse muerte.

Mis pies ligeros pisan la fría hierva para que extraña no se enfade de nuestra futura convivencia.

Entiérrome solo…

Déjome solo…

Muérome solo.

Hoy no…

Hoy no florecerá la noche.

Hoy el tiempo se detiene en el pasado de mi vida… Nada se mueve, todo en eterna quietud se resguarda en si mismo…

estas manos secas…

Haciendo malabares entre deseos malparidos y gratas maldiciones, sonrío ante una multitud de desahuciados.

Son los “vivos” los que me hablan.

Esa gente con la vida para largo, con preciosas casas aún no construidas, con esposas y esposos maravillosos a los cuales aún no mienten, grandes almas que aún no se traicionan así mismas son las que lamentan mi pronta marcha de sus menesteres.

Juego entre sus lamentos y mis injurias, entre sus condolencias y mis “mentadas”… ¿Qué me podrán decir ellos? Hablar de lo hermoso de la vida es demasiado vulgar hasta para los vivos… Hablarme del futuro es demasiado elevado para la mierda en la cual se desenvuelven… Nada pueden decir que tenga sentido… Su vida es un accidente y que yo lo vea así es producto de mi grandísimo desprecio, no por la vida, sino por sus vidas, tan vacías, tan grotescas, tan frágiles y con tan poca trascendencia…

Con un pañuelo sacudo sus insulsas lágrimas de mi rostro…  Me ofrecen sus almas ahora, sus dadivas, su tiempo libre… Ahora que ya no seré quieren que sea, ahora que La Nunca Retrasada me quiere cerca ellos quieren que mi última cita se retrase… No. Ellos saben que no podrá ser, por eso ofrecen lo imposible… ¿acaso si como ellos vivo estuviera los discursos serían los mismos?

La vida sólo cuando ya no es más vida es que parece vida. O así nos parece a nosotros los vivos; la muerte no es muerte sino hasta que la olvidamos,  hasta que olvidamos que ella no olvida, y de pronto nos coge y nos quedamos solos, solitos rodeados de multitudes de desahuciados pidiéndonos vida, pidiendo redención, buscando en nuestro rostro la vida que se les va, buscando en nuestros ojos el milagro de la vida eterna.

Solo, solito, rodeado de multitudes de desahuciados, hago malabares entre sus deseos y mis maldiciones para divertirnos un poco entre las ilusiones del perdón y de la redención….

Ella me conmueve…

Ellos se estremecen…

Yo me marcho muy lejos…

miércoles, 9 de septiembre de 2009

[injurias]

Mi paso será fuerte, mi tiempo es corto y lo que tengo que decir es mucho.

La eterna muerte me tiene ya cercado, nunca le he huido pero por fin me ha encontrado, mi destino se ha de cumplir y la boca del diablo vuelto profeta ha dicho que no he de hacerme viejo con esta vida.

Mis ojos encendidos en sangre reflejan la agonía de los que aún viven.

¿Cómo pedir lo qué no te pueden dar? Es que acaso lo que me mantiene vivo es la negación de la realidad, y el pedir lo imposible es lo único que me hace despertar por las mañanas.

El juicio ya se ha hecho y he sido encontrado culpable,  las insulsas palabras me han sentenciado y han marcado mi muerte para prontos días.

La condena es lo que me queda de vida.

La muerte no es otra cosa que mi liberación, la expiación de mi pecado.

La muerte es mi perdón. ¿No quiero el perdón? ¿Buscar acaso extender mi condena no es sino negar mi propia absolución?

¿Alargar la vida por el simple hecho de vivir o apresurar el momento final? Quisiera no encontrarme en está situación pero de nuevo caigo en el pedir lo que no puede ser, lo que sí puede ser es que la vida que me queda no es más que el pago de mis años anteriores.

Ya no vivo mi vida, ahora sólo saldo cuentas con mi Dios para poder ser digno de Él.

Alargar mi penitencia es lo más humano que  me queda, aferrarme a lo último de mi. Sí la vida eterna me espera ¿para qué alargar la espera? Sólo por nobleza espero los golpes venideros, sólo mi apetito de castigo me mantiene en pie ante las tormentas de mil conciencias. He de pagar con sangre lo que he hecho con mi sangre. He de pagar con mi vida lo qué he hecho con mi vida.

Seré justo y aceptaré  el castigo, la irá de mi Dios no es injusta, merecido tengo por todos mis actos, merecido el castigo por todas mis ideas, por todos mis silencios… Aquí Señor entrego mi cuerpo, nada me queda ya.

sábado, 25 de julio de 2009

… en la madrugada de mis días…

 

II

“Pasamos eternas noches queriendo saber de lo eterno”

Desde el principio.

Así empezaremos ahora, desde el principio de las voces que me han formado, de esas voces antiguas que me criaron cerca de la tierra y del copal, de las mujeres de mi sangre, que con sangre, barro y llanto formaron al que ahora escribe.

Recuerdo una cocina y mi abuela grande rodeada de olores, su cara aún fuerte y surcada de dolor le enseñó a mis ojos a ser tristes. La tierra rodeándome.

Mi abuela canta mientras se mece en la hamaca, me canta y yo estoy en sus brazos, le escucho y su voz se pierde en los oscuros de mi infancia. Veo sus pequeños ojos, claros como la miel, viéndome, siguiéndome, hasta que me encierra entre sus sueños; soy el sueño de mi abuela, de la señora grande, de la señora fuerte, de manos pequeñas y de gran espíritu.

Mi madre joven fue madre. Allí, así, esa pequeña mujer diome al mundo entre montañas, y sola, sola me entrego a su vida y me hizo su vida, mi primer respiro fue su llanto, mi primer idea su soledad. Así la tercera de mi abuela fue sola bajo la lluvia, fue sola en los valles lejos de su tierra, así nací ya desterrado.

Fidencia vieja fue origen. Mujer desde la niñez, creció entre ríos, se hizo entre ríos… Y fue la otra de otro y fue sola sin otro; tuvo blanca leche como hija, más el barro  le emanaba por la piel, era barro mismo, tierra misma… tierra vieja de un valle bajo el agua, tierra vuelta lodo. Lodo de mi sangre.

Leche fue desde niña, hija de una niña, fue madre cuando niña. Sodelva ¿qué sabía del amor? Y dio siete amores y de sus siete amores el primero fue su más triste amor.  El rencor de su madre y de su abuela se atraganto en su vientre, sus siete amores, sus siete odios. Delgada mujer, blanca y frágil que serpientes dejo en su tierra.

domingo, 5 de julio de 2009

… en la madrugada de mis días…

 

I

Viejas ideas rondan mi cabeza, como demonios que me persiguen y me torturan, que me niegan el sueño y las ilusiones. Grotescas ideas de las que creí haberme desecho hace mucho.

Pedestres pensamientos que nada hacen sino hundirme, me hundo y no es bajo el peso de mi propia grandeza sino bajo el insoportable y lastimoso peso de mi mediocridad.

Ingenuo me presento ante los embates de la ignominia, decir que nada de ella tengo es negar la realidad, la vergüenza me consume, los sinsabores de la verdad son paliativos en la hora deshonrosa.

viernes, 3 de julio de 2009

 

Tengo el dolor de todos los años,

de siempre,

el dolor de los primeros amores rondando mi cabeza,

martillando mi vulnerable corazón…

tengo los azotes de la niñez revividos en mi espalda y la sangre de la juventud hirviendo por mis venas;

tengo la vida y no sé que hacer con ella…

tengo los recuerdos de mi futuro y éstos se vuelven papel sin forma al intentar darles sentido…

tengo el presente y le escupo en la cara como él me escupe a mi…

ya no hay más que decir…

tengo la añoranza de lo nunca sucedido y no puedo estar más que jodido.

El hueco dentro de mi me absorbe.

Moriré esta noche.

jueves, 2 de julio de 2009

…nada de ella sea conmigo…

Así siento hoy la decepción de la existencia, la insensatez de mi camino trazado por mis manos ciegas, por mis ideas mediocres por mi humanidad insoportablemente humana.

Así viajo a tiempo atrás pensando en lo que pudo ser y no será,  en las líneas no leídas, en los caminos no caminados y lamento mi suerte y mi destino. Malditas mis manos que trabajaron infames sobre esta vida que no me complace.

Así los veo a todos iniciar su muerte, continuar muriendo o empezando el suicidio, pero nadie hay que nada sepa, todos saben que harán mañana, se avientan al abismo esperando lo distinto, y yo que me quedo en letanías del cansancio de antaño, continuo en la nada y no decido aún mi muerte.

Así veo mis pasos cansados  en mi vida, crueles recuerdos de la verdad que ahora me extermina, ríspida verdad que aún no termina.

Así me destierro de mis memorias aún muy vivas, les encierro en un cofre lejano de mi vista, que se guarden mis sueños mas queridos que la muerte vive  en mis argumentos aún tenidos.

Así carezco siquiera de destellos, negada tengo la grandeza de mis tiempos, hundido en la negrura estoy con mis esfuerzos, mi beldad troca en descontentos.

Así carezco de la gran epifanía, del grandioso llamado del destino, me encierro en mi casa tan impía, y nada le pido en llanto al muy Divino, sino que terminé pronto mi martirio y acabar sin nada ya sufrido.

Así me entiendo persona sin destino, sin ganas de ser el más querido, prefiero ser el pérfido en vilo que ser de todos el más indigno, que la ignominia me tome ya perdido y que nada de ella sea conmigo.

lunes, 22 de junio de 2009

A propósito de lo dicho antes…

— Eres un necio al pensar que me podrías tener…

— Necio eres si piensas que no te tuve…

No pocos me comentaban que mi idea de que la mentira es cambio peca mucho de ingenua, y que de hecho, podría ser una falacia. Unos más radicales fueron tajantes y señalaron diciendo “mientes”.

¿Acaso la mentira no es una idea que intenta cambiar la realidad, que intenta modificar lo que existe? Y no en términos reales sino modificar, y es ahí donde viene lo importante de la mentira,  la apariencia de la realidad. Es entonces que la mentira no es otra cosa que una pretensión del sujeto que miente para que la realidad que perciba su interlocutor sea cambiada o modificada; para que la realidad sea otra, mute, cambie, por lo menos en apariencia.

La mentira y su relación con el devenir de las cosas, se refiere y lo he comentado en la entrada anterior, a un intento del hombre por modificar la apariencia de la realidad, de una realidad que por cambiante no queremos. Negamos a la realidad al mentirnos. Nietzsche decía respecto que la mentira más común es con la cual nos tratamos de engañar a nosotros mismos, si esto es verdad y nos mentimos con tanta soltura, quiere decir que la realidad o ya ni eso, que la imagen que de la realidad tenemos no es de nuestro agrado y tratamos de modificarla con otra “ilusión” más acorde a nuestros insanos gustos.

Y la realidad  se pierde entre mentiras y más mentiras. Imposible de soportar el cambio y siquiera de notar la realidad como realmente es, optamos por modificar nuestra pequeña visión de la vida y nos mentimos más. Negamos dos veces la realidad. Una quizá sin mala intención, la otra con la plena intención de modificar la “apariencia” de lo que existe.

La mentira, como quise expresarlo no se refiere y encierra sola y necesariamente en el devenir del tiempo, sino incluyéndolo y abarcando los “cambios” o “devenires” de nuestras percepciones, contextos, ilusiones y sentimientos, es decir, abarcando el “devenir” de todo lo humano en el humano.

Si pensamos en los “devenires” humanos no es más que sensato pensar que nuestro intento de modificar nuestra percepción de la realidad, tanto de como nos vemos nosotros mismos y como vemos a  la  realidad sino también como los otros nos ven y ven a la realidad, no es otra cosa que mentirnos y mentirle a los otros.

La mentira la usamos para cegar. Pero si somos ciegos, ¿dónde queda la mentira?

La mentira y el “cambio” o "devenir” del espíritu humano nos obliga a pensar en hacia dónde vamos como conciencia universal, nos obliga a cuestionar el camino que estamos trazando y nos obliga a abrir los ojos y ver y regocijarnos con la verdad.

Habrá que ver.

martes, 2 de junio de 2009

Yo Solo. Sólo te mentiré hoy…

…pero me dijiste que todo era verdad.

Mentí.

Y todo se vuelve mentira. El amor prometido en viejas palabras se desvanece con el olvido, la juventud de los hombres desaparece en su memoria, la vida troca en muerte, todo,  la mentira constante, de cada día, eterna.

Pues lo que ayer fue verdad ahora es mentira. Y lo que hoy es una falacia mañana te golpea como verdad, el tiempo no pasa en vano y el cambio no es otra cosa que un pariente cercano de la mentira, ¡peor! El cambio es mentira.

A saber de lo dicho, la mentira es cambio, pues palabras dichas ayer ahora ya mudas ceden a nuevas verdades, que no las primeras y que no necesariamente parecidas; la mentira  o el cambio niegan conocimiento, niegan compromisos, niegan amores y odios… El tiempo es padre del cambio. La razón humana es madre de las mentiras.

Padres desventurados. Eternos y crueles. La razón se ayuda de la memoria, y aquello que recordamos de ayer nos hace negar lo que ahora es… Sino recordáramos no habría mentiras, pues todo lo visto sería nuevo y hermoso, verídico y real, nada de ilusiones anteriores, nada de prejuicios y conocimientos anteriores. La juventud sería eterna.

La mentira es devenir. Ayer no fui lo que soy ahora y decir que yo fui ayer sería mentir, ayer fui otro y mañana seré otro, nunca más el mismo, siempre distinto, Mi cuerpo quizá parecido pero no el mismo. Mi razón me hace mentir. No he sido yo siempre, he sido otros, ha sido otro, y yo no moriré morirá otro… Moriré esta noche, y ¡Oh, maldita memoria! Recordaré que fui otro, quizá mejor, y que ya nunca seré ese que ya no es.

La mentira no es sino una idea, un juicio que le hacemos al devenir del universo, es nuestra negación al cambio. El cambio no es mentira, es constante, terrible…La mentira es sólo nuestra miserable mano queriendo rasguñar  lo eterno.

lunes, 4 de mayo de 2009

hablemos…

“Ni mucho menos me quiero sentir el denunciador de los tiempos modernos”

Pensar en lo “sinsentido” de la existencia", de lo finito de la vida humana, de los límites del conocimiento, del Dios muerto y el colapso de la sociedad como la conocemos me parece sumamente molesto. Lloriqueos de infantes que no quieren crecer.

Yo pienso sobre otras cosas. Más fuertes. Menos obvias. Más visibles.

Hablemos pues, de lo insoportable,  hablemos de la nada convertida en vida.

De la vida monótona del hombre, de algunos, que no de todos, de la vida que sigue sin incertidumbres,  del hombre resuelto con los grandes temas, del hombre que ni Dios ni el futuro le importa. Del cínico más cínico. Hablemos, pensemos en infiernos grandes y tormentosos y no de las pequeñas llamas del miedo.

Hablemos de infiernos regalados por las horas que pasan, de santos crucificados y demonios beatificados en los retorcidos huecos de una conciencia que se vacía poco a poco. Pensemos en grotescas formas, en quimeras idealistas, en bochornosos actos, en tristes visiones. Pensemos en el hombre atediado.

Atediado por el tiempo y por la falta de preguntas, quizá por la sobra de respuestas. Su infierno es eterno como sus horas, su pena es precisa como su juicio, su tormento es angustioso como sus ojos… Aquí no cabe el miedo, no tiene que ser, no puede ser… No se teme lo que se conoce, y todo se conoce, se sabe de Dios y del Hombre, de la muerte que tarda y de la vida que se alarga… Se espera. Se aguarda.

Y no hay miedo.  Sólo espera, cansancio, tedio… Hasta la amargura carece de sabor. Y es que cuando el peso de lo ridículo se te encima, no podemos menos que poner cara de serios y dejar que pase la vida. Que pase y no voltee, que pase y no me vea viéndola, acaso se ruborizaría del cinismo de mi mirada.

No hablemos de Dios, ni de la injusticia del mundo, tampoco de la tragedia de los hombres y de lo “sinsentido” de la vida. Hablemos de infiernos reales, hablemos del tedio que guardan mis palabras; hablemos de cosas importantes, hablemos del tedio de una humanidad que me persigue.

lunes, 16 de marzo de 2009

¡Necio!

Es de necios.

Las palabras fluyen cual veneno por mi boca.

No espero más que hundirte en tu propia irracionalidad, de golpearte hasta que mueras, de arrastrarte por las veredas de las pasiones desatadas que te gobiernan.

Destazarte para que te veas por dentro, para que huelas tus olores más fétidos, para que encuentres tus odios más concretos, quiero alejarte de tu razón empequeñecida y arrojarte a los dragones negros de tus emociones.

Mis palabras te hacen doblarte de dolor, doblarte en el sinsabor de tus razones, de tus mínimas razones; te harás nada escuchando, te asesinarás queriendo no escuchar; lo que eres, lo insoportable que eres, lo pequeño que eres.

Te hablo y me escucho.

No haces más que negarme, no puedes más que negarme para no conocer más de lo que ya conoces, prefieres arrancarte los ojos, pincharte la garganta con clavos, torturarte hasta la necedad antes que escuchar.

Es de necios querer conocer cuando ya no se puede. Es de necios seguir cuando desde dentro la muerte te está poseyendo. Es de necios no morir cuando ya no puedes vivir. ¡¡Es de necios!!

Es una idea.

Una ilusión.

No, no es más que veneno inyectado por palabras. No es más que un sofisma dicho a destiempo. No es más que la conciencia molestando antes de dormir.

¡Es de necios no escuchar!

lunes, 9 de marzo de 2009

¡Líneas Caprichosas!

Ha pasado mucho desde la última cosa escrita en estos lugares.

En cada plática que tengo, en cada conversación comento sobre esto y le atribuyo la culpa a mi felicidad actual, a que nada se mueve de forma intempestuosa en mi alma, que todo parece tranquilo, que nada hay que escribir.

¿Es esto verdad? La cosa parece indicar que es un lindo pretexto. Una pasividad espantosa agobia mi pluma y nada, realmente nada quiere salir de ahí. Le echo la culpa a cosa alguna culpable.

Sin querer pensar mucho en el tema [de nuevo mi desgano] apunto que realmente existe esa falta de motivación, el problema es real, no así los motivos que reparto día a día. Mi mano está pesada, mi mente perezosa, mi voluntad inexistente.

Me niego a pensar, a ahondar en lo que pasa, y es que no estoy aquí ni allá, ni en la tormentosa espera de que alguien llegue ni en la enajenante efusividad de los noviazgos tempranos. Me quedo en medio. Mediocre. Mediano.

Algo tiene que ver la situación actual. No me decido a empezar a trabajar en nada. Ni sirviendo cafés ni escribiendo, como debiera, mi tesis. Paso y me canso en pasar. No quiero cuestionar nada de lo que hay, porque como ya he dicho hace mucho, muchísimo, no me agraden las respuestas.

Y la pereza me estropea la vida. ¿Cómo alguien como yo?  Más sencillo que cerrar los ojos es cerrar la mente. Nada entra y nada sale. Me retuerzo por no interrogarme, por falsear juicios y evadir responsabilidades. Prefiero ideas prestadas y pequeñas que hagan esto más llevadero.

Mucho más llevadero es todo sino escribo. El simple hecho de sacarlo ya me pone a pensar. Pienso en no hacer más preguntas, en manejas las letras para que no aparezca ni una sola de todas las respuestas. Me deshago impidiendo que algo sea resuelto, finiquitado, terminado, esclarecido… Iniciado.

Ahora en silencio escribo. Escuchando  viejas canciones, buscando el espacio que perdí, un espacio que me obligaba a pensarme y busco de nuevo un pretexto, un argumento que sustituya el real… Carajo!! pero siento que todo es tan real, siento que nada he hecho porque algo me falta, porque no tengo espacio, que no hay talento porque no tengo café y cigarro, que no escribo por que hay demasiada luz, sobra ruido o falta soledad.

Pero nada de eso es real, o no es toda la verdad. Tan difícil es no querer verlo, tan difícil es ocultarlo de mi pensamiento. La verdad golpea. Ahora me asesina. Me niego a ser libre.

Ahí está. Salió.

Y pasaré la noche incendiándome por mentiroso o por blasfemo, me hundiré por capricho, me decapitaré por irreverencia a mi persona. Soy esclavo. Y no tengo los ojos cerrados. Y quiero cerrar mi mente pero ya no se puede. La idea apareció. Está conmigo, tengo a la Erinias en mi cabeza castigando mi pequeña conciencia.

Es eso, y la falta de todo, de pequeñas chispas me sirve como verdad total y nada de lo demás es cierto. ¡Soy libre! Cómo todos, porque así nacemos, porque así lo dice la Ley, porque somos iguales ¡Soy libre! y nadie puede hacer lo contrario.  Soy libre para no querer ver. Soy como todos. ¡Como todos!

El gran sofisma.

Y ya no salió nada. La verdad es relativa y la realidad es cosa de cada uno. Así, por un ejercicio de transmutación yo soy el más libre del mundo. Y nada de lo anterior es verdad, porque ¿cómo un ser libre puede autoproclamarse esclavo? No tenemos libertad para eso, somos libres por siempre y ahoguémonos con esa libertad. Con la vergonzosa tiranía de la libertad.

Y proclamarme esclavo no es más que una mentira, mas sin embargo es todo lo que ahora me pone en mi lugar. Eso digo. Soy libre y he decidido no escribir. He decidido no hacer nada, quedarme sin nada, esperando la nada, YO, he decidido morir.

Tengo miedo de ser libre, porque porque puedo llegar a serlo. Y puedo llegar no por las grandes mentiras dichas por la humanidad para la humanidad desde hace siglos, no soy libre porque soy igual, ni soy igual porque soy libre, si llego a ser  libre será porque mi naturaleza lo permite. Porque no nací esclavo. Misma naturaleza que se debate en duelo entre pasiones y razones.

Misma naturaleza tan extraña y rica que me permite ver lo que soy y lo que podré hacer, naturaleza que me permite ver que puedo ser la peor de las  bestias o el mejor de los hombres…

Ya sufriré la decisión. Ahora, por lo pronto, podemos concluir que la pasividad que me gobernaba y gobierna no es más  que parte de una licencia robada por mi razón para evitar enfrentarse y perder. Una trampa, una jugarreta  para dar más tiempo. Para evitar  pensar. Para evitar cualquier signo de crítica.

Pero ya es tiempo de que sirva cafés, o venda ensayos e ideas pequeñas, o enseñe los pasos de una humanidad ciega, pero ya es tiempo de hacer, algo. La libertad o la esclavitud, con una de ellas viviré por siempre. El trabajo sólo hará que esparza el veneno o reparta paliativos.

El tiempo ha pasado y es el momento de hacer; de hacerme el hombre libre y responsable, crítico y propositivo que puedo ser o ser simplemente un hombre entregado a la irresponsabilidad del actuar sin saber.

Puedo ver muchos caminos. Pero cualquiera que elija siempre será con el tormentoso escrutinio de una mente que no nació para quedarse quieta.

martes, 27 de enero de 2009

Io Son

Es ahora que escucho. Ahora entiendo.

Escucho algo en una de mis arias favoritas, en una escena hermosa, veo algo, siento,  “Io son l'amore, io son l'amor, l'amor”.

Grito desesperado en la hora más desesperada de los amantes, de los amorosos de todos los tiempos, de los de Sabines, de los Shakespeare, de los románticos de Alemania,  de todos los que perdidos vagan en el oscuro y solitario camino de los amantes.

Porque no hay más desesperados que los amantes, Dido seducida sufre como una Diotima incendiada, un frágil Goldmund se hunde como jovial Romeo, Sabina sufriendo a Franz, todos ellos maldecidos por los “hombres” tranquilos, todos ellos hermosos escucharon la poderosa y fúnebre voz del amor… “Io son… l’amor… Io son l’nulla”

Un grito desesperado que lo encierra todo, que lo tiene todo. Pues en en “Io son…” está toda la vida y toda la muerte de Maddalena. Toda la vida y toda la muerte, lo que fue y lo que ya no será, el fuego de Diotima y su nacimiento, el Romeo infante y el Romero que ya no será viejo… Todo se encierra, todo termina y comienza con ese grito firme y fulminante, la muerte se vuelve hermosa porque lo eterno y etéreo comienza con ella.

Así es menester morir. Así deben morir.

Y viene ese grito desgarrador de nuevo. Escucho una y otra vez los gritos de Maddalena en mis oídos, los tengo en la piel y en los ojos… Grita… Y tengo al amor hablándole palabras de despedida  y ella misma se despide y lo goza y lo sufre, lo vive, ella vive su muerte…“Io son…”

 

 

 

¿Por qué suenan ahora?

¿Por qué ahora? No sé la respuesta y quizá no quiera saberla ahora, no es preciso saberlo ahora. En estos momentos quisiera desvanecerme en la boca de La Divina y olvidarme.